viernes, 26 de febrero de 2010

No quiero que llegues, por favor.


Es raro... sí es extraña la situación, es como si quisiera que llegase, pero en el fondo no quiero; si llega tendré más responsabilidades, tendremos más diálogo, no podré hacer mi vida tan relajada como hasta ahora y no seré libre hasta que se termine.
Es imposible poder retardarlo porque ya estará sobre mí, consumiéndome como es de costumbre, pero resignación es lo que me suele caracterizar. Ahora te digo: ¡ven a mi! acá te espero, como siempre.
Mis deseos son varios: que no me ahogue, no me estrese, ni mucho menos que termine por consumir lo lindo de los detalles diarios.
¡Marzo, no llegues!

No hay comentarios: