lunes, 1 de noviembre de 2010

Ashú!

Ayer mientras miraba por la ventanilla del auto, veía miles de pelusas viajar hacia el otro lado de la cordillera. Mientras tanto, el río corría y la sombra de un puente de palitos ferrocarrileros le hacía sombra como si fuese un piano. Reía, reía porque nada me preocupaba, cantaba al ritmo de las canciones de la radio y no quería más que aquél momento no terminara jamás.
Pero terminó, terminó y de la manera más brusca: con el estornudo por culpa de las pelusillas viajeras y tú riéndote de mi.