lunes, 30 de agosto de 2010

Un par o tres, quizás más

En unos días más.
En unos días más será
En unos dias más sera algo
En unos dias más sera algo extraño
En unos dias más sera algo extraño de recodar
En unos dias más sera algo extraño de recodar sin
En unos dias más sera algo extraño de recodar, sin embargo,
En unos dias más sera algo extraño de recodar, sin embargo, nada
En unos dias más sera algo extraño de recodar, sin embargo, nada he
En unos dias más sera algo extraño de recodar, sin embargo, nada he de lamentar
En unos dias más sera algo extraño de recodar, sin embargo, nada he de lamentar
Las mujercitas no son sensibleras, no son, no son. No lo son. No lo soy.
Se cierra.

sábado, 28 de agosto de 2010

Hoy

Hoy parada en el mismo lugar del vagón, miré a un señor que leía muy atentamente- y con una sonrisa entrelabios- su revista de masajes tántricos.

jueves, 26 de agosto de 2010

Nuevamente: hoy.

Hoy, como muchas veces me detuve a mirar a la gente que circula por esta-asquerosa-ciudad. Miraba atentamente si había algún par de ojos que demostrara sinceridad, que brillara, en cierta medida buscaba un reflejo de algo más que el de sus propios zapatos grises; pero no. No vi nada.
Hoy como muchas veces intenté mirar alguna sonrisa sincera, alguna que no fuera la muestra del buen dentífrico o del presumir de la excelente clínica dental que son capaces de pagar al contado, pero no logré encontrar nada. Veía labios maquillados de falsas sonrisas, frente a mi, habían bocas que no lanzaban más que palabras falsas. Que pena. Que rabia. Que decepción.
Hoy, como muchas veces intenté dar solución a mis problemas, pero adivina con qué me encontré, con que empiezo a contagiarme de esos ojos sin brillos y esos labios pintarrajeados de saludos hipócritas, y de malas intensiones disfrazadas. Que pena, que rabia, que decepción.

jueves, 19 de agosto de 2010

Como me habría gustado seguir escribiendo esa historia de conceder, esa que tenía números, colores y sabores que nadie más entendía.
Espero que no se haga tarde, espero que no oscurezca pronto. Ojala los sabores no se hagan amargos, los colores no sean opacos y los números no se desvanezcan sino que se hagan infinitos.

Desperté.

Guindo



Subiré por tus ramas iré

llegaré y me meceré.

Me iré tan alto como pueda

para que no me alcance la pena.

Las cosas desde aquí

se ven mucho mejor

prefiero quedarme así

y que nadie venga por mi.

El viento tocará mi cara

y calmará esta pena rara.

El viento tocará mi cara

y calmará esta pena rara.

Buscaré tus guindas y comeré

y sin querer con lo amargo acabaré.

El viento tocará mi cara

y calmará esta pena rara.

Buscaré tus guindas y comeré

y sin querer con lo amargo acabaré

y sin querer

con lo amargo acabaré . . .

miércoles, 18 de agosto de 2010

Quizás

Quizás sea el paso del tiempo. Quizás.
O puede ser que la vida sea así. Quizás.
Enfrentar soledades arbitrarias, reales, no imaginarias. Quizás.
Demostrar que nada ni nadie es necesario,
darse cuenta que lo verdadero no ha existido jamás. Quizás.
Palpar resultados que no han sido más que frutos
de relaciones inconsistentes, basadas en la mezquindad de los demás.
Quizás.
Tú estás solo, te sientes solo, naciste así y morirás de la misma manera.
Quizás, lo más probable es que sí.
Yo anhelo de una compañía sincera
sueño con la no-soledad, pero no sabré si eso es real,
no se si pueda, no sé si exista eso.
Quizá sí: la optimista.
Quizá no: la pesimista.
Nadie lo sabe, no tú no yo, nadie.
Quizás.

sábado, 14 de agosto de 2010

Quitando la causa cesaría el efecto

Dime si quizá quitando la causa
cesaría el efecto de aquello
no me digas que los silencios no duelen
no me digas que la inacción
es el mejor aliado de las mentes enemigas
no reiteres que las lamentaciones son tus consejeras.
Deja de lado la tormenta
saca de tu cabeza las nubes negras que has creado
no dejes que tus silencios suenen como truenos
como ruidos que me ensordecen.
Resguárdate de la lluvia que cae de tus mejillas
déjame ser tu resguardo.
cúbreme de los rayos insensibles que han de
salir de tus ojos húmedos.
No quiero más tormenta
no quiero lluvia
anhelo el sol.
Quizá guardando por un instante
la causa, cesaría por otro instante
el efecto, ese que ya nos atormenta otra vez.




En ocho un cuarto
En miércoles once
En agosto
Dos años antes del fin.

domingo, 8 de agosto de 2010

Siempre quise uno, uno que fuera obsequiado con cariño. Lo pedí a muchas compañías, sin embargo, ninguna hacía caso a mis peticiones; lo añoraba, lo deseaba, lo amaba antes de tenerlo conmigo, pensando que ya nunca llegaría me di por vencida.
Dejé al destino la misión de hacerlo llegar hacia mi, yo ya no lo buscaría... aunque es mejor decir yo ya no haría que viniese hacia mi, pues yo sé en qué lugar se encontraba.
Hoy después de mucho pedir, llegó y soy feliz. Llegó sin que nadie lo anhelara-aunque siempre lo he tenido en mente-.
¡Felicidad por mi peluche de oveja es que siento!

miércoles, 4 de agosto de 2010

De una reflexión cuerda con que mitiga el dolor de una pasión

El hecho es que dicen por ahí, que uno es dueño de las poesías, y que ante la necesidad de encontrar palabras consejeras que te animen, ella es la única capaz de hacerlo de manera correcta y óptima, puesto que uno es quien otorga la significación que quiere. Entonces, es que ¿las respuestas están en uno mismo?.

Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.

Toda en el mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.

Y cuando, al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,

no sé con qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro?
¿Quién en amor ha sido más dichoso?

De amor, puesto antes en sujeto indigno, es enmienda blasonar del arrepentimiento

Cuando mi error y tu vileza veo,
contemplo, Silvio, de mi amor errado,
cuán grave es la malicia del pecado,
cuán violenta la fuerza de un deseo.

A mi misma memoria apenas creo
que pudiese caber en mi cuidado
la última línea de lo despreciado,
el término final de un mal empleo.

Yo bien quisiera, cuando llego a verte,
viendo mi infame amor poder negarlo;
mas luego la razón justa me advierte

que sólo me remedia en publicarlo;
porque del gran delito de quererte
sólo es bastante pena confesarlo.


Sor Juana Inés de la Cruz.