miércoles, 4 de agosto de 2010

De una reflexión cuerda con que mitiga el dolor de una pasión

El hecho es que dicen por ahí, que uno es dueño de las poesías, y que ante la necesidad de encontrar palabras consejeras que te animen, ella es la única capaz de hacerlo de manera correcta y óptima, puesto que uno es quien otorga la significación que quiere. Entonces, es que ¿las respuestas están en uno mismo?.

Con el dolor de la mortal herida,
de un agravio de amor me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.

Toda en el mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.

Y cuando, al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón, daba penoso
señas de dar el último suspiro,

no sé con qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: ¿qué me admiro?
¿Quién en amor ha sido más dichoso?

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