sábado, 20 de febrero de 2010

De las que hay por todos lados.


Hace no mucho, pues soy una jovencita, me enteré que existían personas que hacen daño. ¡Hey! no soy inocente tampoco, sino que-explicaré con calma-, siempre he sabido que hay gente mala, en especial mujeres malas(sí, la cosa es con alguien de mi mismo sexo).
La maldad entre las personas la conozco, siempre me han hablado de ella, porque yo no suelo hacerle daño a la gente, ni a la que quiero, ni a la que no quiero, ni a las extrañas, mi estilo no va con ser una arpía por la vida.
Sigo: Hace unos cuantos meses atrás, cuando la vida era color de rosa para mi, conocí a una de esas mujeres-arpías, ella desarmaba los esquemas de la gente que tenía sus castillos de cristal armaditos para siempre y se juraban amor eterno; su labor era romper ese castillito, y hacer que esa eternidad jurada quedara en nada,-sí en nada, si después los enamorados hasta se odiaban por su culpa-. La misión de esa mujer era la que mencioné y luego marcharse como si nada.
Otro de esos días en que mi vida era "normal" y ya me había olvidado de esa, dicen que mujer, apareció otra, sí otra; la diferencia con la número uno, es que la número dos se disfrazaba de mujer-buena, sonreía a todos, invitaba a todos sus amigos a su casa, si hasta se vestía tierna (no niego que llegué a defenderla una vez e inclusive hasta incitaba a que la visitaran pues no era problema para mi su existencia) y con el pretexto de su amistad se acercaba a los hombrecitos débiles que la tenían de amiga.
Luego de tanto observar su comportamiento me dí cuenta de que sus acciones eran un tanto extrañas, por decirlo menos, actuaba sigilosamente, con el disfraz de su ternura-si hasta cachetes rosados tenía la muy idiota-; sin embargo, mi alma detectivesca la había descubierto pero aun no decía nada yo, porque tenía que obtener las pruebas suficientes para enrostrarle a los inocentes hombres que caían en sus redes, bajo pretextos baratos y de amistades esponjosas, sus intenciones.
Pero ya me dirá alguien que mientras yo reúno las pruebas, ella hace de las suyas... pues yo le digo: sí, hará de las suyas, pero no por mucho tiempo, las muejercitas, más biendicho mujerzuelas, no duran tanto disfrazadas de tiernas muñecas de porcelana, porque se aburren solitas de ese perfil.
Ya me lo agradecerán esos ciegos-hombres de haberlos salvado a tiempo de esa "buena-mujer".

Atte. la (mujer)detective.

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