domingo, 13 de junio de 2010

Un gracias.


Al parecer la vida, poco a poco, nos va enseñando que las únicas personas incondicionales son a los que en muchas ocasiones los dejamos de lado: nuestra familia. Agradezco infinitamente al cielo o a quien sea el hecho de haberme puesto en el camino de ellos. Pues son quienes se preocupan por mi en todo orden de cosas, porque se soltó el botón de mi pantalón hasta el hecho de cuidarme mientras estoy enferma de quien sabe qué cosa.
Son quienes me preguntan por qué lloro en las noches, pensando que nadie me escucha, son quienes se ríen conmigo cuando celebro mis éxitos, son quienes me alientan ante mis fracasos, ellos son todo y no sé qué pasaría si alguno de los dos faltase.
Son algo más que esos amigos incondicionales o aquel amor pasajero, más, mucho más.
No me queda más que decirles gracias, de una manera cobarde.

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