lunes, 21 de diciembre de 2009

A él.

Yo te concedo lo que me pidas,
bailes, con y sin nervios a cuestas,
con insomnios y soñados a la vez,
dulzuras que sé que ya están
demos vueltas, y más vueltas,
te abrazo con mis brazos
que sujetan tu loco peinar
"inexplicablemente te extraño",
me dijiste, una vez
"inexplicablemente" yo también.
Con sonidos, aromas y colores,

con lugares, con miradas, con sabores.
Otorgo los deseos,
de esos que ambos deseamos,
tomar de nuestras manos,
las que ya conocemos
como si fueran las de cada uno,
así, tomados de las manos
así, bailaremos, saltaremos, cantaremos
allá, donde el cielo comienza y termina,
en el sol y en las estrellas,
en los planetas con lunas de mil colores;
en aquello que los marinos llaman altamar,
donde mi cintura será lo que nos debe
ayudar a no ahogar
en penas, lágrimas, discusiones,
llantos, pérdidas y recuerdos,
entre hombres que hacen daño,
mujeres que no existen ya,
hombres que se borran en recuerdos
mujeres que viven solo allá,
revoluciones que se quedan sin sentido
para mi, pero con lo que tu llevas a cabo tus ideales.
Llora que estaré para consolarte,
grita que yo te escucharé,
silénciate cuando así lo quieras,
sé que estarás mejor.
Protégeme que yo así loharé
míra a tú alrededor,
date cuenta de quienes están
de quienes dicen que te quieren ver reír,
sé y aseguro
que incluso quien no se ve, lo anhela,
lo desea, por tí
míra bien y no dejes de mirar...

*A quien nuevamente extraño.

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