miércoles, 21 de enero de 2015

La muerte y la nada


La muerte ronda, está aquí y tras de mi en estos precisos instantes.
He visto y sentido como se lleva a quienes no debe llevarse, no sé si es por castigo divino-si es que lo divino existe- o solamente es el destino-que tampoco sé lo que es.

He sentido llantos de dolor en estas últimas tres semanas, como quien escucha el cañonazo de las 12 en el centro de Santiago, mas no logro entender por qué.
¿Es acaso alguien dueño de su propia vida, teniendo la facultad de decidir todo de sí mismo? Me doy cuenta que no. Y que no somos un ser omnipotente que sabe, siente y ve todo de todos.
Me doy cuenta con el pasar de los años y la velocidad de la vida, que no somos nada. El mundo es nada y el nihilismo constante nos sumerge en lo mismo, en dar vueltas sin saber qué es lo que somos verdaderamente, sin saber que ni siquiera tenemos un ápice de poder en los actos que hacemos, porque todo lo que hacemos no nos conduce a nada.
Todo es nada, y todo es morir. 
En cada acto, dejamos atrás un resto de nuestra vida, de nuestro cariño y de nuestro amor: ¿Para qué?, la respuesta se sabe, pues para nada.


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