No quiero dibujar caricaturas de hombres de ojos grandes, ni de mujeres pequeñas, solo quiero ver a ese hombre verdadero y a esa mujer con sus defectos, pero sonriendo. Mucho he visto, mucho he contado, pero poco he vivido; y aún así estoy acá, frente a una máquina, frente a nada, acompañada de la no-luz y extrañando la calidez de un simple abrazo que se materializa con el ring de mi teléfono en estos precisos instantes.
Aún no sé qué resultará de esto que escribo, solo sé que hay miles de letras, en total un par de abecedarios completos, no sé la verdad. El teléfono sonó, pero no era quien mi imaginación quería.
Llevo casi 13 líneas de cientos de letras, y aún no sé qué decir, solo sé que mi teléfono aún no canta como canta todas las noches.
Lo mejor es terminar con las 15 líneas y contestar el teléfono, que ahora sí: suena.
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