viernes, 16 de marzo de 2012

Ring

En vez de estar buscando a gente mediante máquinas, preocupándose por quien no da una sonrisa por mi, prefiero mirar al cielo, respirar y teclear. No sé qué saldrá de estas letras, quizás el desahogo de alguien que solo quiere gritarle al viento frío que se cuela por la ventana abierta de una cálida habitación. En una de esas sonará mi teléfono en unos minutos más, oyendo la dulce voz de quien dice amarme a diario. Pues bien, solo tengo la certeza de que estoy frente a una pantalla, sola, friolenta y en ocasiones decepcionada de la vida que me ha tocado vivir. 
No quiero dibujar caricaturas de hombres de ojos grandes, ni de mujeres pequeñas, solo quiero ver a ese hombre verdadero y a esa mujer con sus defectos, pero sonriendo. Mucho he visto, mucho he contado, pero poco he vivido; y aún así estoy acá, frente a una máquina, frente a nada, acompañada de la no-luz y extrañando la calidez de un simple abrazo que se materializa con el ring de mi teléfono en estos precisos instantes.
Aún no sé qué resultará de esto que escribo, solo sé que hay miles de letras, en total un par de abecedarios completos, no sé la verdad. El teléfono sonó, pero no era quien mi imaginación quería.
Llevo casi 13 líneas de cientos de letras, y aún no sé qué decir, solo sé que mi teléfono aún no canta como canta todas las noches.
Lo mejor es terminar con las 15 líneas y contestar el teléfono, que ahora sí: suena. 

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