viernes, 23 de marzo de 2012

Hacia el sol


Amada mía, mírame a los ojos y siente la respiración. Escucha como canto para ti, de esas canciones que tanto te gustan, de las que coreas cada vez que tomas una ducha, algún día de esos fríos en la mañana. Escucha los pasos en la escalera. alguien sube, pero no hagas caso que no harán nada si nos ven así, solo tocaran a la puerta, pero si nadie sale es porque se deben ir. No mires con esos ojos asustados, porque no tienes de qué temer, no digas cosas así, no llores que nos sentirán. Está bien, mejor llora, así te desahogas y sacas todo eso que tus ojos proyectan y que tu boca no se atreve a decir.
Ven, vamos y caminemos hacia el sol, posémonos sobre el pasto a esperar el cohete que nos llevará a la luna, pero no te agites que te hace mal, deja las emociones de lado, inténtalo al menos. Háblame, no dices nada... sí, el viento en la cara es lo mejor, pero ahoga aveces.
¿Escuchas la canción que suena por allá?, pues es la mejor a mi gusto, ¿no crees? Dame tu mano, déjame besarla, cantémosla. Eso, muy bien te la sabes y no titubeas. Tus ojos se ven más café de lo que son en contraste con el sol, y tu pelo cada vez más descolorido por el paso de los años. Pero te ves bien.
Baja, llegamos a la luna, está fría, pero es un buen lugar hay de todo y te atienden bien. Ahora yo me voy, porque viajo al sol, espérame que vuelvo al cabo de unos días. No, tranquila, no me quemaré, sé cuidarme de los rayos enormes que proyecta el sol, solo es cosa de saber esquivar. Sí, la verdad es que soy el mejor astronauta de la vida inter-espacial,  es cosa de practicar.  No te apenes, volveré; las corazonadas, pueden ser falta de ejercicio, y no de cuestiones místicas, recuerda que soy un hombre de ciencias, todo tiene explicación. 
Me voy, ahí viene mi cohete. 

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