
Quiero ser una ermitaña, de esas que no quieren saber nada de nadie. En ocasiones la soledad hace tan bien, que gustas de ella, la sientes necesaria, o no?, pero en otras no, defintivamente no.
Y como no sé qué opción tomar, si el querer saber nada de nadie o bien querer saber todo de todos es que he decidido ser una ermitaña, de aquellas que solo aceptan una excepción, el tener un vecino que pida azúcar una vez a la semana, para decidir si es la primera o segunda opción la que debo elejir definitivamente.
Atte, la casi-ermitaña.