sábado, 3 de septiembre de 2016

Tranquilidad

La tranquilidad de mi alma me sorprende.
Hoy no te veo como el hombre de colores, el de ayer. Hoy te noto gris.
No te siento el super héroe que iría en mi rescate si cayera de las grandes montañas, no.
La sonrisa sincera, se volvió necesaria para que el mundo no te pregunte el porqué.
Aquellas manos no son parte de mi, son parte de otro ser  aunque aún no lo quieras decir.
Sigo intentando comprender por qué el cerebro lucha con las emociones, y cómo éste gana la batalla solo porque tú eres el que sigue alentándolo.
Comprendo hoy tantas cosas. Al fin, dirás.
Hoy la que está mal no soy yo, al contrario.  Veo todo claramente y eres tú el que se pone una tela frente a los ojos, una tan transparente que eres tu mismo el que se engaña y cree no ver.
Hoy no eres mi hombre de color sol, hoy no eres el protector de mis sueños, hoy eres un bonito recuerdo y una pérdida solo porque tu quisiste.
Solo porque no fuiste capaz de asumir que la vida sigue y las personas no son iguales a otras; porque no tuviste valentía de arriesgarte a cruzar el río.
Te saludo desde el otro lado, desde donde el sol siempre está,  desde donde la brisa es tranquila, donde los desayunos son alegres, desde donde los sillones son más cómodos, desde donde el té sabe mejor y donde los libros y perfumes son tesoros, pero por sobretodo desde donde todo brilla y nada se reprime.

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